En el mundo del cannabis, elegir una variedad es un poco como hablar de coches: cada uno tiene sus favoritos, cada quien usa criterios distintos, y la decisión final suele ser una mezcla de cálculo racional y un toque de apego personal. Pero cuando se trata de decidir si cultivar en interior o bajo el cielo abierto, los criterios se vuelven más objetivos. Las condiciones ambientales imponen sus reglas, y algunas variedades simplemente se sienten más cómodas en un entorno que en otro.
El cultivo indoor y el outdoor representan dos filosofías distintas. Indoor significa poder controlar casi todos los aspectos de la vida de la planta: desde la temperatura y la humedad hasta la duración del día y la intensidad lumínica. Es como entrenar a un atleta en un gimnasio de alta tecnología: la planta recibe exactamente lo que necesita, en el momento perfecto. Outdoor, en cambio, sigue el ritmo de la naturaleza, con sus caprichos, su clima cambiante y el ciclo natural de las estaciones. Aquí, la planta es más bien una aventurera: debe confiar en su resistencia y capacidad de adaptación.
Las variedades para cultivo indoor suelen tener una estructura compacta, ciclos de floración más cortos y cogollos densos y pesados. En espacios reducidos, cada centímetro cuenta, por lo que se prefieren plantas que permanezcan bajas y tupidas, en lugar de estirarse hacia el techo durante el stretch. Clásicos como Northern Lights, White Widow o Girl Scout Cookies llevan años siendo elecciones de referencia para interiores: fáciles de controlar, de crecimiento predecible y con ricos perfiles de terpenos. En interior, las variedades fotoperiódicas con dominancia índica son muy apreciadas, ya que maduran más rápido y aprovechan mejor el espacio limitado.
Las variedades para cultivo outdoor, en cambio, suelen mostrar mayor tolerancia a condiciones variables, soportando sin problema noches frías, viento o cambios de humedad. Muchas presentan genética con dominancia sativa, lo que les otorga resistencia natural al moho y a las plagas, así como la capacidad de alcanzar tamaños impresionantes. Durban Poison, Amnesia Haze y Early Skunk son ejemplos de variedades que, bajo pleno sol, pueden convertirse en auténticos gigantes de jardín, ofreciendo rendimientos varias veces superiores a los obtenidos en interior. Al aire libre también prosperan híbridos de floración larga, que en un entorno cerrado serían demasiado exigentes pero que, con tiempo y espacio, desarrollan todo su potencial.
Conviene señalar que la elección no se limita a dónde se cultiva, sino también a dónde se creó la variedad. Los criadores a menudo seleccionan genéticas específicamente para condiciones de interior o exterior. Los fenotipos de interior pueden ser más sensibles al moho, ya que, con una buena ventilación, es menos frecuente en entornos controlados. Las variedades de exterior, por su parte, pueden soportar semanas de lluvia sin que sus flores pierdan calidad.
El clima también es un factor clave. En regiones templadas como España o Polonia, no todas las variedades de exterior logran madurar antes de que llegue la humedad otoñal y bajen las temperaturas. Por eso las autoflorecientes son tan populares: florecen independientemente de la duración del día y pueden estar listas para la cosecha apenas unos meses después de germinar. Auto Mazar, Auto AK-47 y Auto Blueberry son ejemplos que se adaptan bien al cultivo al aire libre y terminan antes de que aparezca el riesgo de moho otoñal.
Por último, muchos cultivadores experimentados no eligen solo un camino. Llevan a cabo cultivos indoor y outdoor de forma paralela, probando cómo se comporta la misma variedad en diferentes entornos. Las diferencias pueden ser sorprendentes: una misma cepa puede producir en interior cogollos pesados y resinosos con aroma intenso, y en exterior flores más aireadas pero con un perfil de terpenos más amplio.
Elegir la mejor variedad para interior o exterior no es solo una decisión técnica, sino también parte de una estrategia de cultivo más amplia. Se trata de no luchar contra la naturaleza, sino de trabajar con ella — ya sea en una carpa de cultivo hermética o en un campo abierto, donde las plantas pueden mirar directamente al sol.
